Conversación intra-clinamen sobre la coyuntura política. ¿Hay una irrupción de los malestares y los miedos que está desplazando una política basada en la argumentación, los discursos y los intelectuales?
Paso del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del sentir al comprender, al saber. El elemento popular «siente», pero no siempre comprende o sabe; el elemento intelectual «sabe», pero no siempre comprende y, sobre todo, no siempre «siente». Los dos extremos son, pues, la pedantería y el filisteísmo, por un lado, y la pasión ciega y el sectarismo por otro. No es que el pedante no pueda ser apasionado, al contrario; la pedantería apasionada es tan ridícula y peligrosa como el sectarismo y la demagogia más desenfrenados. El error del intelectual consiste en creer que se puede saber sin comprender y, especialmente, sin sentir y estar apasionado (no sólo por el saber en sí sino también por el objeto del saber), es decir, que el intelectual sólo puede llegar a intelectual (no a puro pedante) si se diferencia y se separa del pueblo-nación, o sea, sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas, explicándolas y justificándolas en la determinada situación histórica, y relacionándolas dialécticamente con las leyes de la historia, con una concepción superior del mundo, científica y coherentemente elaborada, el «saber»; no se hace política-historia sin esta pasión, es decir, sin esta conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo-nación. Al faltar este nexo, las relaciones del intelectual con el pueblo-nación son relaciones de orden puramente burocrático, formal, o se reducen a ellas; los intelectuales se convierten en una casta o en un sacerdocio.”
Antonio Gramsci Introducción a la filosofía de la praxis. Selección y traducción de J. Solé-Tura. Nueva Colección Ibérica. Ediciones Península Barcelona. 1970. Selección sobre la Antología degli scritti de Antonio Gramsci. Instituto Gramsci, Roma. 4)
Paso del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del sentir al comprender, al saber.
ResponderEliminarEl elemento popular «siente», pero no siempre comprende o sabe; el elemento intelectual «sabe», pero no siempre comprende y, sobre todo, no siempre «siente». Los dos extremos son, pues, la pedantería y el filisteísmo, por un lado, y la pasión ciega y el sectarismo por otro. No es que el pedante no pueda ser apasionado, al contrario; la pedantería apasionada es tan ridícula y peligrosa como el sectarismo y la demagogia más desenfrenados. El error del intelectual consiste en creer que se puede saber sin comprender y, especialmente, sin sentir y estar apasionado (no sólo por el saber en sí sino también por el objeto del saber), es decir, que el intelectual sólo puede llegar a intelectual (no a puro pedante) si se diferencia y se separa del pueblo-nación, o sea, sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas, explicándolas y justificándolas en la determinada situación histórica, y relacionándolas dialécticamente con las leyes de la historia, con una concepción superior del mundo, científica y coherentemente elaborada, el «saber»; no se hace política-historia sin esta pasión, es decir, sin esta conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo-nación. Al faltar este nexo, las relaciones del intelectual con el pueblo-nación son relaciones de orden puramente burocrático, formal, o se reducen a ellas; los intelectuales se convierten en una casta o en un sacerdocio.”
Antonio Gramsci Introducción a la filosofía de la praxis. Selección y traducción de J. Solé-Tura. Nueva Colección Ibérica. Ediciones Península Barcelona. 1970. Selección sobre la Antología degli scritti de Antonio Gramsci. Instituto Gramsci, Roma. 4)