domingo, 7 de agosto de 2011

Apuntes sobre ciudad

Bienvenidxs a la selva urbana! A la ciudad de infinitos planos. Pseudo-ambiente vivo, plagado de información. Planta esquizofrénica que crece de improviso: menos según planes, más según el pulso de los mercados y mucho más según el ritmo vital de quienes la habitamos. Ciudad-drama de los procesos de lo común y de la guerra civil de los modos de vida. Bienvenidxs al agite urbano del continuo juego de cierre y apertura, de ligue y desligue. Ciudad espejo -a veces ajustado/ casi siempre distorsionado- de las fórmulas de producción de valor. Ciudad política, cuando es objeto de mecanismos de apropiación del valor social, cuando es objeto de resistencias a los mecanismos de control, cuando es territorio dinámico de nuevas percepciones y modos del conocer. Ciudad productiva, fábrica de las formas de vida que en ella se mezclan, se distinguen y se entretejen. Ciudad-arcón de memorias, sentidos y conflictos. Nos preguntamos ¿cómo se produce la ciudad? Nos organizamos en un taller para hacer de esta pregunta una fuente de discusiones y prácticas. Como punto de partida, algunos apuntes a modo de invitación:

Un gesto político...
Un tal Fernando contó una historia, simple y sugerente. Su hijo nació con una discapacidad. Durante años intentó traducir en su cabeza lo que su hijo le decía, y de algún cargó con una cierta frustración al respecto. Un buen día se dio cuenta de que no había nada que traducir en su cabeza, y algo cambió para él y para su hijo. ¿Qué pasó? Se abrió entre padre e hijo un vínculo de aprendizaje mutuo. Eso es un gesto, concluye. Algo que el otro (o los otros) tiene(n) derecho a esperar de uno, aún si uno mismo no sabe previamente en qué consiste. 

Un gesto es tal que cuando ocurre se entra en relación con nuevas potencias. Un gesto inaugura, repropone, da inicio a nuevos recorridos. Nos vivimos contando estas historias, buscamos gestos para nuestras vidas. La ciudad también se transforma, se abre, a partir de gestos. Está expectante. Si una política envuelve una teoría de la ciudad, sobre todo de sus usos y de sus mutaciones, esos gestos hacia la ciudad son inevitablemente gestos políticos. 

1. Hacer ciudad
Si la ciudad es entramado de la corporeidad colectiva, hacer ciudad es la forma en que se concentran y desparraman los recorridos, las apropiaciones, las fijaciones y las movilidades de quienes estamos en ella. Hay ciudades que urbanizan la injusticia: segmentan espacios, se especializan para la explotación. En ellas pujan también modos de vida, a veces luchas (de las más diversas), por producir situaciones de justicia urbana. Situaciones que alteran, reinventan, el espacio-tiempo, que reorganizan el sentido (a veces vaciándolo del todo) de una vida metropolitana, con sus anonimatos y sus dolores.  
Esta dinámica es una de las principales “productoras” de ciudad. 
Más allá de las intervenciones planificadas (inmobiliarias, de consumo, de segregación o privatización) que intentan modelar la ciudad, pugnan otros modos: más informales e igualmente expansivos, como un modo de habitar y construir espacio que desborda y excede la noción misma de espacio “marginal”. Espacios como la Feria La Salada o como la proliferación vertical de ciertas villas de la ciudad ponen en jaque, justamente, la idea de una planificación urbana. No porque estos espacios no la tengan. Sino porque la alteran sustancialmente. Exhiben otro modo de calcular ese crecimiento, otro ritmo, otra tendencia. 

2. Guetificación
Una política de guetificación es una que confina, que marca fronteras. Quienes la eligen activamente, disfrutan de sus beneficios: se mudan a las torres y a los country -bajo dispositivos de seguridad extravagantes- los sectores de la sociedad que no quieren estar “expuestos” a lo imprevisible de la ciudad (entendido en términos de inseguridades, peligros, etc.). Quienes ocupan espacios que son marcados negativamente como guetos, como las villas, lo hacen disputando un derecho a la ciudad: a acceder a sus servicios, a sus consumos, a sus espacios comunes. Como desafío a la reclusión y al modo en que el trazado de la ciudad jerarquiza, estigmatiza y condena.

3. Tendencias
La llamada gentrificación como estrategia de revalorización económica y cultural de un área degradada (con dinámicas de desplazamiento de la población y de sustitución los usos sociales y económicos preexistentes) no produce ciudad sólo para los ricos. Lo que sucede en esos espacios va más allá: en ellos se configura un código de lo urbano que afecta a toda la ciudad (Puerto Madero es el barrio más emblemático de invención de un barrio de élite desde la nada, pero también fueron transformados San Telmo o el Abasto, que pasaron de ser barrios bajos a ser áreas destinadas al turismo internacional).
¿Es la saladización una dinámica opuesta y capaz de competir con la gentrificación? La extensión –y expansividad- de la dinámica de feria de La Salada (calificada como la feria ilegal más grande de América Latina) exhibe otra forma de construir ciudad, que además se desplaza y se replica por medio de Las Saladitas en decenas de barrios y ciudades del interior del país y de los países limítrofes.
La Salada también revaloriza el espacio (¡los costos del metro cuadrado de aquel balneario abandonado ahora superan los precios de Puerto Madero!), abre a nuevos usos aunque más que expulsiva, su lógica parece ser la de cobijar una multiplicidad de economías. Es, tal vez, es parte de una ciudad low-cost en ciertos aspectos. Pero, sobre todo, desafía con su efectividad a la hora de democratizar el consumo, de piratear los usos exclusivos.
¿Qué relación hay entre La Salada y la villa? ¿Es la villa también una forma en expansión, creadora de código urbano? ¿El mercado inmobiliario de la villa puede pensarse como una forma de gentrificación de esos barrios? ¿Hay algo así como una villificación, es decir, una forma propia de hacer ciudad que surge en las villas aunque va más allá de ellas?

4. Zonas productivas
Las nociones clásicas de centro y periferia han cambiado. Las nuevas formas que adquiere la villa y su comercio asociado superan la noción clásica de zona marginal, informal o degradada. Las villas contienen eslabones de una economía ²sumergida² muy fuerte, se convierten en lugares estratégicos de circuitos (como el narco o la producción textil) estrechamente enlazados con la economía formal.
La villa aporta a la ciudad un espacio de ilegalidad para el funcionamiento de la economía formal. La antigua periferia excluida adquiere un dinamismo social y económico al lograr conectar (de modo subordinado) con dinámicas de globalización que atraviesan y reconfiguran las ciudades. Pero también se puede decir de otro modo: su vitalidad es convocada y explotada por circuitos comerciales globales. Se crean así zonas que aspiran al ascenso, que prometen movilidad social y territorios donde sucede lo contrario, no hay ninguna esperanza, están hiperdegradados, sufren involución.

5. Renta urbana
Una dinámica esencial para pensar la ciudad surge del mercado inmobiliario, en tanto mecanismo que es transversal a los espacios formales e informales de la ciudad, lo que en la lengua de un cierto marxismo-objetivista podemos referir como la historia de la plusvalía del suelo y desde un marxismo de las subjetividades nominaríamos como análisis de la producción de valor a partir de los modos de vida.
Se trata de la producción de renta urbana, no sólo como la suma de las rentas de quienes trabajan/viven en la ciudad sino como extrapolación de lo que Marx llamó renta absoluta (agraria): la producción/apropiación de un plus-valor específico a partir del complejo andamiaje inmobiliario/financiero montado sobre la maquinaria-ciudad. Ese andamiaje obtiene sus ganancias por apropiación de una producción que tiene lugar en el entramado vital cotidiano de las personas. En este sentido, la distinción entre economía formal e informal es un criterio que permite ver los modos de distribución de la riqueza producida más que los modos de su producción efectiva.   

6. Producción de valor
Desde una dimensión metodológica, esta perspectiva centrada en la relación entre valor y variantes de sociabilidad posibilita comprender el trazado de nuevas fronteras, advertir la configuración de nuevas territorialidades. La ciudad se presenta como una red generadora a partir de focos productores de valor.
Una imbricación tal entre lo económico y lo cultural hace que áreas de la ciudad aumenten su valor inmobiliario a partir de una resignificación estética/cultural. Es así como las casas antiguas de San Telmo o de Palermo Viejo dejaron de ser construcciones en desuso o casas tomadas para reciclarse como edificios destinados a consumos de clase media. Incluso sin modificar la situación de pobreza pueden darse procesos de revalorización, como en el caso de la pobreza bella del barrio de La Boca. Estos trazados reconfiguran los espacios de la ciudad, distinguiendo entre construcciones que deben ser desalojadas y demolidas y construcciones que deben ser conservadas, patrimonializadas; entre una pobreza que da temor (por ejemplo, en las villas) y una pobreza que puede ser apreciada como imagen.     

7. Dos imaginarios
A pesar de que en la ciudad el valor se produce cada vez más a partir de las formas sociales, culturales, lingüísticas de quienes la habitan, el paradigma dominante dentro del que se piensa la ciudad sigue considerando la producción de valor en torno al trabajo configurado de acuerdo a la economía industrial. A esta ciudad neofordista, se yuxtapone la ciudad posfordista, donde la producción de valor tiene como matriz lo que podemos llamar de modo sumario la vida cultural. 

8. El trabajo de sobreexplotación
En los alrededores del modelo de la ciudad fordista y su figura del trabajador formal, proliferan modos de empleo que no sólo se desmarcan de las condiciones jurídicas asignadas al trabajo, sino que deshacen la distinción entre espacio/tiempo de trabajo y espacio/tiempo de vida. En los talleres textiles clandestinos de Buenos Aires, por ejemplo, el espacio de trabajo y el espacio del hogar muchas veces coincide. La actividad laboral se continúa con las actividades cotidianas de cuidado de lxs hijxs, alimentación, entretenimiento, etc. Un elemento cultural y una experiencia de vida (como, en el caso de la comunidad boliviana, ocurre con el valor de lo común y la organización cooperativa) son utilizados dentro de una maquinaria de producción capitalista.  

9. Promiscuidad
En la opacidad de las economías informales se entrecruzan varios procesos difíciles de desentrañar: procesos mafiosos, militantes o sociales, y puramente capitalistas. Son escenas de cierta promiscuidad, que no permiten discernir claramente entre producción de vida y producción de valor, entre rasgo identitario/cultural y gesto mercantil. En el seno de esa indistinción se trazan estrategias capitalistas y tácticas de vida.  Se entretejen acciones desde abajo y desde arriba. Se produce valor y plusvalor. 

10. Mercado y cálculos micro
En un intento de mapeado de la productividad social de los diferentes territorios y sus formas de gobierno, por un lado vemos que el mercado puede operar como desarticulador de los movimientos sociales, puede expropiar y separar, pero también puede operar como catalizador, potenciando aquellas expresiones culturales y experiencias de vida que es capaz de valorizar.  
Un mercado informal, como el que se da en las transacciones inmobiliarias en la villa, sólo es posible mediante los lazos de proximidad territorial. La institucionalización de tal mercado (que no implica la formalización), modifica los lazos sociales originales, la reciprocidad solidaria se convierte en “servicio”, alterándose el sentido de los lazos barriales.
En esa resignificación mercantil de los lazos sociales, los cuerpos se vuelven microempresas. Cada individuo o grupo establece un cálculo mínimo racional. Es decir, además de la lógica mercantil a nivel macro, que regula las transacciones, hay una lógica de inversión/ganancia que actúa a nivel micro, en las prácticas cotidianas de las personas.  

11. Autogestión 
Si la renta urbana se produce a través de una mercantilización de los modos de vida,  ¿qué mecanismos de recuperación de la renta detectamos? ¿qué modos de organización de esa producción diseminada a lo largo de los intercambios cotidianos de los grupos sociales pueden habilitar una apropiación del valor por parte de sus productores?

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